domingo, 30 de junio de 2019

LA PRESENTE EDICIÓN ESTARÁ VIGENTE DEL 1 AL 7 DE JULIO


En esta nuestra 21 edición vamos a dar respuesta a seis preguntas que nos fueron planteadas por nuestros amigos y amigas lectores. Y que nuestro biblista y teólogo cibernético va a tratar de responder gracias a su contante espíritu de investigación.

Es muy importante tener claro que lo más importante cuando leemos la Biblia es estar seguros de que hemos comprendido todo el significado de las palabras y sobre todos de algunos conceptos relacionados con la época en que se realizaron los hechos. También nos surgen interrogantes sobre temas no bíblicos. Así es que comenzamos con nuestro encuentro de esta semana. Las preguntas planteadas para esta semana son las siguientes:
¿Cuál era el aguijón en la carne de Pablo?
¿Cuál fue el significado de que el velo del templo se haya rasgado en dos cuando Jesús murió?
¿Qué es la Gran Comisión?
¿Pueden las mujeres cristianas usar maquillaje o joyería?
¿Quién fue Melquisedec?
¿Qué significa tener una relación personal con Dios?


Como me gusta esta pregunta y comienzo diciendo que: Se han ofrecido incontables explicaciones concernientes a la naturaleza del aguijón de Pablo en la carne. Éstas van del rango desde una tentación incesante, inflexibles oponentes, enfermedades crónicas (tales como problemas oculares (Gálatas 4:15), malaria, migrañas y epilepsia), hasta inhabilidad para hablar. Nadie puede decir con seguridad que es lo que era, pero es probable que fuera una afección física.

Lo que sí sabemos acerca de este aguijón en la carne, proviene del mismo Pablo en 
2 Corintios 12:7 “Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera.” Primeramente, su propósito era el de mantener a Pablo en humildad. Cualquiera que haya tenido un encuentro con Jesús y le haya hablado y haya sido comisionado por Él (Hechos 9:2-8) podría, en su estado natural, volverse “ engreído” por este increíble encuentro. Aumenta a eso la experiencia que tuvo de ser movido por el Espíritu Santo para escribir las palabras exactas de mucho del Nuevo Testamento, y es fácil ver cómo podría haberse vuelto “altivo” o “exaltarse demasiado” o “demasiado orgulloso”. Segundo, sabemos que la aflicción vino de o mediante un mensajero de Satanás. Así como Dios permitió que Satanás atormentara a Job (Job 1:1-12), Dios permitió a Satanás atormentar a Pablo para los propios buenos propósitos de Dios y siempre dentro de Su perfecta voluntad. 

Es por lo tanto  entendible que Pablo considerara a este aguijón un obstáculo para un ministerio más amplio y efectivo (
Gálatas 5:14-16) y que hubiera pedido tres veces a Dios que se lo quitara (2 Corintios 12:8). Pero él aprendió de esta experiencia la lección que domina esta carta: el poder divino se muestra más intensamente sobre el trasfondo de la debilidad humana (2 Corintios 4:7) para que la alabanza sea solo de Dios (2 Corintios 10:17). En vez de quitarle el problema, Dios le dio la gracia y la fortaleza en él y a través de él, declarándola que Su gracia sería “suficiente.”



Es importante señalar que durante el tiempo de la vida de Jesús, el velo del santo Templo en Jerusalén era el centro de la vida religiosa judía. Éste era el lugar en el que se llevaban a cabo los sacrificios de animales y la adoración, estrictamente de acuerdo a la ley de Moisés, que era seguida fielmente. Hebreos 9:1-9 nos dice que en el Templo había un velo que separaba al Lugar Santísimo – el lugar terrenal donde moraba la presencia de Dios – del resto del templo donde moraban los hombres. Esto significaba que el hombre estaba separado de Dios por el pecado (Isaías 59:1-2). Solo el sumo sacerdote tenía permitido pasar tras el velo una vez al año (Éxodo 30:10Hebreos 9:7), entrar ante la presencia de Dios por todo Israel, y hacer expiación por sus pecados (Levíticos 16). 

El templo de Salomón tenía 30 codos de altura (
1 Reyes 6:2), pero Herodes había aumentado la altura a 40 codos, de acuerdo a los escritos de Flavio Josefo, un historiador judío del primer siglo. No hay seguridad respecto a cuánto equivalía exactamente un codo a nuestras medidas de metros y centímetros, pero es válido asumir que este velo tenía cerca de 18 metros de altura. Josefo también nos dice que el velo tenía 10 centímetros de espesor, y que aún a dos caballos atados a cada uno de sus extremos, les era imposible rasgarlo. Y la descripción en el libro de Éxodo, enseña que este grueso velo fue confeccionado con material azul, púrpura, carmesí y fino lino torcido.

El tamaño y el grueso de este velo hacen aún mucho más trascendentales los eventos descritos como ocurridos al momento exacto de la muerte de Jesús en la cruz. “Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu. Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo…” (
Mateo 27:50-51ª).

¿Así que, qué hacemos con esto? ¿Qué significado tiene este velo rasgado para nosotros en la actualidad? Ante todo, el hecho de que el velo se haya rasgado dramáticamente al momento de la muerte de Jesús simboliza que Su sacrificio, el derramamiento de Su propia sangre, fue una expiación suficiente por los pecados para siempre. Ahora significa que el camino para el Lugar Santísimo fue abierto para toda la gente de todos los tiempos, tanto judíos como gentiles. 

Cuando Jesús murió, el velo se rasgó en dos, y Dios se retiró de ese lugar para no volver a morar en un templo hecho por manos humanas (
Hechos 17:24). Dios terminó con ese Templo, su adoración y su sistema religioso, y el Templo y Jerusalén fueron dejados “desolados” (destruidos por los romanos) en el 70 d.C. justo como Jesús había profetizado que sucedería en Lucas 13:35

En tanto que el Templo permaneció, significó la continuación del Antiguo Pacto. 
Hebreos 9:8-9 se refiere a la era que aún estaba por desaparecer, mientras el Nuevo Pacto estaba siendo establecido (Hebreos 8:13).

En un sentido, el velo era un simbolismo de Cristo Mismo, como el único camino hacia el Padre (
Juan 14:6). Esto está simbolizado en el hecho de que el sumo sacerdote tenía que entrar en el Lugar Santísimo a través del velo. Ahora Cristo es nuestro mayor y supremo Sumo Sacerdote, y como creyentes en Su obra terminada, nosotros tomamos parte de Su mejor sacerdocio. Nosotros podemos entrar ahora en el Lugar Santísimo por Él. Hebreos 10:19-20 dice que los fieles entran confiadamente al santuario “… teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que Él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne.” Aquí vemos la imagen de la carne de Jesús siendo rasgada por nosotros así como Él rasgó el velo por nosotros. 

Por otra parte la rotura del velo de arriba a abajo es un hecho histórico. El profundo significado de este evento es explicado en gloriosos detalles en Hebreos. Estas cosas eran sombra de las cosas por venir, y a última instancia, todas ellas nos guiaban hacia Jesucristo. Él era el velo hacia el Lugar Santísimo, y a través de Su muerte, el creyente tiene ahora un libre acceso a Dios. 

El velo en el Templo era un recordatorio constante de que el pecado mantiene a la humanidad apartada de la presencia de Dios. El hecho de que la ofrenda por el pecado fuera ofrecida anualmente y otros innumerables sacrificios repetidos diariamente, tenían como propósito demostrar gráficamente que el pecado no podía verdadera y permanentemente ser expiado o borrado por meros sacrificios de animales. Jesucristo, a través de Su muerte, quitó las barreras entre Dios y el hombre, y ahora podemos aproximarnos a Él confiadamente (
Hebreos 4:14-16).



En Mateo 28:19-20  se declara lo que se conoce como “la Gran Comisión.” “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.” Jesús dio este mandamiento a los apóstoles, poco antes de que ascendiera a los Cielos, y describe esencialmente lo que Jesús espera que los apóstoles y aquellos que los siguieran, hagan en Su ausencia. 

Es interesante que en el original griego, el único mandamiento específico en 
Mateo 28:19-20 sea “id” y “haced discípulos.” La Gran Comisión nos ordena hacer discípulos a nuestro paso por el mundo y mientras nos ocupamos de nuestras diarias actividades. ¿Cómo vamos a hacer discípulos? Bautizándolos y enseñándoles todo lo que Jesús ordenó. “Id,” y “haced discípulos” son los mandatos de la Gran Comisión, “Bautizándolos” y “enseñándoles” son los medios por los cuales cumplimos con el aspecto de “haced discípulos” de la Gran Comisión.
 
Muchos entienden 
Hechos 1:8 como parte también de la Gran Comisión, “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.” La Gran Comisión es habilitada por el poder del Espíritu Santo. Nosotros debemos ser los testigos de Cristo, cumpliendo la Gran comisión en nuestras ciudades (Jerusalén), en nuestros estados y países (Judea y Samaria), y en cualquier otro lugar donde Dios nos envíe (hasta lo último de la tierra).



En 1 Samuel 16:7b declara, “porque Yahvé no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Yahvé mira el corazón.” 1 Timoteo 2:9-10 nos dice, “Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas ni vestidos costosos, sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad.” Pablo no prohibía que las mujeres usaran joyería, maquillaje, o el cabello trenzado – más bien él dice que las mujeres no permitan que su apariencia externa se vuelva más importante que su belleza interior. 

1 Pedro 3:3-4 nos recuerda este aspecto espiritual, “-vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios.” No hay nada de malo en usar joyería, maquillaje o peinados elaborados, en tanto que sea hecho de una manera modesta. Una mujer no debe enfocarse tanto en su aspecto externo, que llegue a descuidar su vida espiritual



Melquisedec, cuyo nombre significa “rey de justicia,” fue un rey de Salem (Jerusalén) y sacerdote del Dios Altísimo (Génesis 14:18-20Salmo 110:4Hebreos 5:6-116:20-7:28). La repentina aparición y desaparición de Melquisedec en el libro de Génesis, es en cierto modo misteriosa. Melquisedec y Abraham se conocieron por primera vez después de la derrota infligida por Abraham a Quedorlaomer y sus tres aliados. Melquisedec ofreció pan y vino a Abraham y a sus fatigados hombres, mostrándoles su amistad, otorgando una bendición a Abraham en el nombre de El Elyon (“El Dios Altísimo”) y alabó a Dios por concederle a Abraham la victoria en la batalla (Génesis 14:18-20).

Abraham le dio a Melquisedec un diezmo (una décima parte) de todos los bienes que había obtenido. Mediante este acto, Abraham indicó que reconocía a Melquisedec como un sacerdote que estaba espiritualmente por encima de él.


En el 
Salmo 110, un salmo mesiánico escrito por David (Mateo 22:43), se presenta a Melquisedec como un tipo de Cristo. Este tema se repite en el libro de Hebreos, donde tanto Melquisedec como Cristo son considerados reyes de justicia y paz. Al citar a Melquisedec y su sacerdocio único como un tipo de sacerdocio, el escritor muestra que el nuevo sacerdocio de Cristo es superior al antiguo orden levítico y al sacerdocio de Aarón (Hebreos 7:1-10).

Algunos proponen que Melquisedec fue realmente una aparición reencarnada de Jesucristo o una cristofanía. Esta es una teoría posible, dado que Abraham ya había recibido antes una visita así. Considere 
Génesis 17donde Abraham vio al Señor (el Dios Todopoderoso) y habló con Él en forma humana.

Hebreos 6:20 dice: "[Jesús] hecho sumo sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec". Esta palabra orden, indicaría normalmente una sucesión de sacerdotes ocupando el cargo. Sin embargo, ninguno de ellos se menciona en el largo intervalo entre Melquisedec y Cristo, una anomalía que se puede resolver suponiendo que Melquisedec y Cristo son realmente la misma persona. De este modo, la palabra "orden" se le otorga eternamente a Él y solo a Él.

Hebreos 7:3 dice que Melquisedec era "sin padre, sin madre, sin genealogía; que ni tiene principio de días, ni fin de vida, sino hecho semejante al Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre". La pregunta es si el autor de Hebreos quiere decir esto en forma real o en sentido figurado.


Si la descripción de Hebreos es literal, entonces es realmente difícil ver cómo se podría aplicar apropiadamente a cualquier persona que no sea el Señor Jesucristo. Ningún rey meramente terrenal "permanece sacerdote para siempre", y ningún simple ser humano es "sin padre y sin madre". Si 
Génesis 14describe una teofanía, entonces Dios el Hijo vino a darle a Abraham Su bendición (Génesis 14: 17-19), apareciendo como rey de justicia (Apocalipsis 19: 11,16), rey de paz (Isaías 9: 6) y el mediador entre Dios y los hombres (1 Timoteo 2: 5).
 
Si la descripción de Melquisedec es en sentido figurado, entonces los detalles de no tener genealogía, ni principio, ni fin y un ministerio incesante, son simplemente declaraciones que acentúan la naturaleza misteriosa de la persona que se encontró con Abraham. En este caso, el silencio en el relato del Génesis con respecto a estos detalles es deliberado y sirve mucho mejor para vincular a Melquisedec con Cristo.

¿Son Melquisedec y Jesús la misma persona? Se puede argumentar que sí o que no. Como mínimo, Melquisedec es un tipo de Cristo que prefigura el ministerio del Señor. Pero también es posible que Abraham, después de su extenuada batalla, encontrara y honrara al mismo Señor Jesús.

6. ¿Qué significa tener una relación personal con Dios?


El tener una relación personal con Jesucristo comienza al momento de darnos cuenta de nuestra necesidad de Él, admitiendo que somos pecadores, arrepintiéndonos de nuestros pecados, y pidiéndole que entre a nuestros corazones para ser la autoridad en nuestras vidas. Dios, nuestro Padre celestial, siempre ha deseado estar cerca de nosotros y tener una relación personal con nosotros. Antes que Adán pecara en el Huerto del Edén (Génesis capítulo 3), tanto él como Eva conocían a Dios íntimamente, a nivel personal. Ellos caminaban con Él en el Jardín y hablaban directamente con Él. Debido al pecado del hombre, fuimos separados de Él. Él es perfecto, y no puede vivir entre el pecado. Antes que Jesús muriera en la cruz, la gente tenía que sacrificar animales cuando pecaba, porque la Biblia dice que el pago del pecado es muerte. 

Lo que un gran número de gente no sabe, ni se da cuenta, o no le interesa, es que Jesús nos dio el regalo más asombroso – la oportunidad de pasar la eternidad con Él y Dios el Padre si es que creemos, o confiamos en Él. “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.” (
Romanos 6:23). Dios envió a Su Hijo para que llevara nuestro pecado, fuera muerto, y luego fuera levantado nuevamente, obteniendo Su victoria sobre el pecado y la muerte. “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.” (Romanos 8:1). Si aceptamos Su regalo, nos hacemos aceptables ante Dios y podemos tener una relación personal con Él. 

Debemos incluir a Dios en nuestra vida diaria, de la misma manera que lo haríamos con cualquier otro miembro de nuestra familia, solo que éste sería ¡muchísimo más importante que cualquiera! Debemos orarle a Él, leer Su Palabra, y meditar en sus versos en un esfuerzo por llegar a conocerlo mejor y estar dispuestos para hacer Su voluntad. Debemos orar por sabiduría, que es uno de los más grandes bienes que podemos tener. Debemos llevarle nuestras peticiones a Él, haciéndoselas en el nombre de Jesús. Jesús dijo, “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo de.” (
Juan 15:16) Jesús es quien nos ama lo suficiente como para dar Su vida por nosotros, y Él es quien formó el puente sobre el abismo que había entre Dios y nosotros. Y Dios es quien envió a Jesús para hacerlo; ellos son Uno y el Mismo, y ambos merecen todo nuestro honor, alabanza y adoración. 

El Espíritu Santo también es Dios; Él es esa “parte” que nos ha sido dada como nuestro Consolador. Jesús dijo antes de morir: “Si me amáis, guardad mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador; para que esté con vosotros para siempre: El Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros y estará en vosotros.” (
Juan 14:15-17), y después de que Él murió, el Espíritu Santo se volvió accesible para todos los que sinceramente buscan recibirlo. Él es quien ahora vive en los corazones de los creyentes y jamás los dejará. Él nos aconseja, nos enseña las verdades, y cambia nuestros corazones. Sin la obra del divino Espíritu Santo, no tendríamos la habilidad para luchar contra el mal y las tentaciones. Pero puesto que lo tenemos en nosotros, comenzamos a producir el fruto que viene de permitir que el Espíritu nos controle: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, y templanza (Gálatas 5:22-23).

Esta relación personal con Jesús nos es tan difícil de obtener como podríamos pensar, y no hay una fórmula misteriosa para conseguirla. Tan pronto como nos convirtamos en hijos de Dios, recibimos al Espíritu Santo quien comenzará a trabajar en nuestros corazones. Debemos orar sin cesar, leer la Biblia y unirnos a una iglesia de creyentes bíblicos; todas estas cosas nos ayudarán a crecer espiritualmente. Confiando en Dios para que nos ayude día con día y creyendo que Él es nuestro sustentador, es la forma de establecer una relación con Él. Aunque no podamos ver cambios inmediatos, comenzaremos a verlos con el tiempo, y todas las verdades se nos aclararán cada vez más.



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