El que hubiera sido un asesinato aislado o de poca trascendencia podría explicar la razón de que el historiador Flavio Josefo, que siempre presentó a Herodes como un tirano cruel, pasara por alto semejante barbarie
La
matanza de los inocentes pertenece, como el episodio de la estrella de los
Magos, al evangelio de la infancia de San Mateo. Los Magos habían preguntado
por el rey de los judíos (Mt 2,1) y Herodes —que se sabía rey de los judíos—
inventa una estratagema para averiguar quién puede ser aquel que él considera
un posible usurpador, pidiendo a los Magos que le informen a su regreso. Cuando
se entera de que se han vuelto por otro camino, “se irritó mucho y mandó matar
a todos los niños que había en Belén y toda su comarca, de dos años para abajo,
con arreglo al tiempo que cuidadosamente había averiguado de los Magos” (Mt
2,16). El pasaje evoca otros episodios del Antiguo Testamento: también el
Faraón había mandado matar a todos los recién nacidos de los hebreos, según
cuenta el libro del Éxodo, pero se salvó Moisés, precisamente el que liberó
después al pueblo (Ex 1,8-2,10). San Mateo dice también en el pasaje que con el
martirio de estos niños se cumple un oráculo de Jeremías (Jr 31,15): el pueblo
de Israel fue al destierro, pero de ahí lo sacó el Señor que, en un nuevo
éxodo, lo llevó a la tierra prometiéndole una nueva alianza (Jr 31,31). Por
tanto, el sentido del pasaje parece claro: por mucho que se empeñen los fuertes
de la tierra, no pueden oponerse a los planes de Dios para salvar a los hombres
En este contexto se debe examinar la historicidad del
martirio de los niños inocentes, del que sólo tenemos esta noticia que nos da
San Mateo. En la lógica de la investigación histórica moderna, se dice que
«testis unus testis nullus», un solo testimonio no sirve. Sin embargo, es fácil
pensar que la matanza de los niños en Belén, una aldea de pocos habitantes, no
fue muy numerosa y por eso no pasó a los anales. Lo que sí es cierto es que la
crueldad que manifiesta es coherente con las brutalidades que Flavio Josefo nos
cuenta de Herodes: hizo ahogar a su cuñado Aristóbulo cuando éste alcanzó gran
popularidad (Antigüedades Judías, 15 & 54-56), asesinó a su suegro Hircano
II (15, & 174-178), a otro cuñado, Costobar (15 & 247-251), a su mujer
Marianne (15, & 222-239); en los últimos años de su vida, hizo asesinar a
sus hijos Alejandro y Aristóbulo (16 &130-135), y cinco días antes de su
propia muerte, a otro hijo, Antipatro (17 & 145); finalmente, ordenó que,
ante su muerte, fueran ejecutados unos notables del reino para que las gentes
de Judea, lo quisieran o no, lloraran la muerte de Herodes (17 &173-175).
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